jueves, 1 de marzo de 2007

Patricia Ortiz Cornejo

"UNA HISTORIA DE VIDA"

Yo creo que en la vida te vas encontrando con personas que influyen en ti, tu carácter y personalidad se van formando de esta manera, hasta llegar a ser lo que actualmente somos. Estas personas pueden ser familiares, amigos, maestros o simplemente conocidos.

Mi semblanza como una especie de homenaje es para mi abuelita materna, una mujer ejemplar, trabajadora, guerrera, como muchas otras, simplemente una mujer excepcional.

Su nombre, Guillermina Cornejo F.

Nació un 10 de Febrero de 1923, en la ciudad de México, Distrito Federal. Su papá –mi bisabuelo- se llamaba Isidoro Cornejo, él era el Delegado del Pueblo de Santa Cruz de las Salinas, porque en ese entonces era un pueblito. Tenía 3 hermanas, quedando huérfana a los 4 años.

Ella tenía una hermana mayor que se casó muy joven, así que se quedaron solamente dos de las hermanas con ella. Ahora ella era la hermana mayor (aunque estaba pequeña aún), la que tenía que hacerse cargo de las más pequeñas, cuidarlas, llevarlas a la escuela. Por tal motivo, tuvo que aprender a cocinar, ahora contaba con responsabilidades mayores. Aprendió a cocinar con diversas personas y a ella realmente le gustaba. Así que fue adquiriendo experiencia y amor por la cocina, que más tarde transmitiría a sus hijas y nietas.

Mis recuerdos son muchos y realmente gratificantes. Son recuerdos que se quedan en ti y cuando vienen a tu mente los vuelves a vivir, esbozas una sonrisa, te llenas de satisfacción y de gozo. Me encantaba que siendo yo tan pequeña, me cuidara ya que mi mamà trabajaba, digo trabajaba, porque ya se jubiló, es maestra. Me preparaba un pan delicioso con nata, pero no con la nata que ahora te venden, no, sino que ella ponía la leche a hervir hasta que se consumía y lo que quedaba era una nata espesa que untaba en un pan, una lluvia de azúcar y listo, siendo este pan un deleite para mi paladar. Sabía cocinar una infinidad de platillos diversos, postres, pasteles, pero cabe mencionar que tenía un sazón único y muy especial, no importaba si era algo elaborado como alcachofas en salsa bechamel, bacalao a la vizcaína o sumamente sencillo como un huevo revuelto, el sabor era inigualable.

A mi me consentía muchísimo, jugaba conmigo, me llevaba a pasear, cuando estaba en la cocina haciendo infinidad de preparaciones ahí estaba yo. Otro de mis más gratos recuerdos lo quisiera compartir, a ella le encantaba preparar la cena de Navidad, fechas especiales que compartes con la familia, con amigos, con personas que hace mucho tiempo no ves pero que forman parte fundamental sin lugar a dudas de tu vida, pero no era una preparación cualquiera, era una preparación de días, íbamos a comprar todo lo que necesitábamos y cuando ya teníamos todo, esto era generalmente el 22 de Diciembre, el día 23 pelábamos ajos, muchos ajos, arreglábamos el camarón, ella ponía a cocer papas, ah, porque compraba papa cambray porque –según decía- tenía mejor sabor y claro que era una gran cantidad, nopales, romeros, porque, no lo había comentado, pero no solo era el bacalao, ella preparaba bacalao, romeros, sopa de habas, chile pasilla frito para acompañar la sopa, preparaciones que son verdaderamente laboriosas. Al día siguiente continuaban los preparativos de la cena. Tenía su estufa como las estufas de ahora, pero ella prefería cocinar todas las preparaciones en braceros, en sus cazuelas grandes, porque comentaba que así tenía mejor sabor la comida, es por eso que ahora no entiendo como es que dicen que cocinar en cazuelas u ollas de barro es dañino para la salud, cuando que antes sólo se cocinaba en ellas y nunca nadie se enfermó, pero bueno, ese es otro tema, recuerdo el olor del carbón, es un olor que me encanta y que me lleva a ese tiempo, me prestaba un soplador (que ahora por cierto ya casi no se ven) para que yo avivara el fuego de las brasas, era muy entretenido y las fechas ciertamente eran especiales. Más tarde llegaba toda la familia, muy numerosa por cierto y cenábamos todos juntos. Actualmente la que sigue esa tradición es mi mamà, quién por cierto también cocina muy bien quién se encarga de preparar la cena de Navidad y Año Nuevo, nosotros le ayudamos, uno hace una cosa, otro otra cosa porque en verdad, si es mucho trabajo, pero realmente disfruto convivir con mi familia, porque el estar todos ayudando nos reúne en la cocina y posteriormente en la mesa. Ella ya no está pero quedó su esencia, se grabó su sabor, quedó ella.

Mi Abuelita tenía un recetario con recetas que preparaban ella y su mamá, lo había escrito a mano, pero desgraciadamente se extravió. No sabemos en dónde o quién se lo quedó, pero muchas de las recetas que ella preparaba se conservan porque mi mamà se acordaba de la preparación y de los ingredientes, ahora están escritas en una libretita.

Son recuerdos que permanecerán por siempre en mi memoria y que ahora voy a compartir con otras personas, es una historia de vida digna de compartirse, digna de ser contada.

Cada vida, cada persona tiene una historia digna de ser contada y transmitida a otros.

Admiro a personas que salen adelante, que hacen de su vida, una historia de vida fantástica llena de aprendizajes y de logros obtenidos, porque el hecho de estar vivos es una maravillosa oportunidad para lograr todo lo que nos proponemos.


BACALAO

ROMERITOS


CAZUELAS Y OLLAS DE BARRO

Ella es la persona que inspiró en mí el amor por la cocina. Mi Abuelita a la que quise y quiero tanto. Se fue pero quedo su esencia. Eso es lo que prevalece de una persona, sus actitudes, sus consejos, su amor, lo que sembró, lo que inspira. Esta foto es de un cumpleaños de mi Prima que estábamos celebrando. Es como si el tiempo regresara. Son recuerdos muy gratos, recuerdos que permanecen y que permanecerán por siempre.


Guillermina Cornejo (1923-1987)

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