jueves, 1 de marzo de 2007

Alejandra Lara Castellanos


María Báez nació en el Distrito Federal. Tuvo una infancia un tanto difícil, en una familia con un padre agresivo y dominante y una madre quizá demasiado pasiva. Teniendo más hermanos, se describe a sí misma como ¨la oveja negra de la familia¨.


Desde pequeña mostró un carácter rebelde, lo que le buscó varios problemas con su padre. Estudia la primaria, secundaria y una parte de la preparatoria, pero cansada de la situación en su familia decide irse de la casa y buscar suerte por su cuenta. La situación se le torna difícil: sola, hay días en los que ni siquiera tiene para comer.


María se va a Europa a trabajar y ganar un poco de dinero. En España decide entrar a la cocina de un restaurante donde su primer puesto es de personal de limpieza – tenía 20 años-. Poco a poco aprende el oficio de cocinera y así comienza a laborar en hoteles, restaurantes y en cualquier lugar donde tuviera una oportunidad. Su interés se va inclinando hacia la pastelería y por esa época conoce a un hombre con el cual se casa, sin embargo, en las palabras de la chef, era ¨igual a su padre¨ por lo que finalmente se separan.

Aprende sobre cocina libanesa, árabe y su especialidad: la pastelería. Ya de regreso en México conoce a otro hombre con el que decide casarse y tener dos hijos. A él lo describe como maduro y amable, que la ha apoyado en todo. Luego de trabajar en varios sitios, iniciar el negocio de una fonda gourmet que no tiene éxito y participar en concursos de pastelería comienza a dar clases en la Universidad del Claustro de Sor Juana, luego de algunos años ya terminada la preparatoria y estudiando un diplomado. Para impartir la materia de Pastelería Vienesa viaja a Viena con su familia, buscando aprender más, tomar fotos y conseguir recetas.

De complexión delgada, morena y siempre vestida con cuidado ya que se considera vanidosa, creo que su característica y la palabra que podría definirla es la perseverancia. Había tenido una vida dura pero en lugar de quejarse de ello aprendió lo más que pudo y salió adelante por sus propios medios. Era sensible y profesional al mismo tiempo, siempre dispuesta a compartir sus conocimientos. Interesada también en desarrollarse espiritualmente comienza a tomar clases de yoga y abandona la cocina para convertirse en yogui. Un tiempo da clases de yoga en esta Universidad, luego se va del D.F. y actualmente está viviendo en Cancún, donde inició un spa-holístico y donde la comida no es preparada por ella.

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