jueves, 1 de marzo de 2007

Cynthia Moreno

Gastro-Inspiración

Al querer hablar de mi inspiración gastronómica...

Me quedo rememorando: ¿quién fue?

Yo quería estudiar primero arte, luego medicina. Pero un día que mi mamá fue internada, al verle el suero en la mano con un poco de sangre, me desmayé y desistí de esa profesión. Luego tuve un novio artista y actor de teatro, y yo, como gran parte de mi trayectoria adolescente estudié teatro, me dije: ¡de aquí soy! E hice mi examen en la UNAM para entrar a literatura dramática y teatro, pero por 5 puntos no me quedé, aunque con el puntaje obtenido bien podría haberme ido a medicina o alguna ingeniería. Luego dije: arte… pero cuando quería meterme a la Esmeralda, en el CNA, ya se habían pasado las fechas de inscripción. En eso, me encontré con el Claustro y dije: me gusta cocinar, tengo el don del servicio, probemos suerte. Además, creo que provengo de una familia de grandes cocineras, hasta los hombres tienen buen sazón. Mi abuela, cuando aún vivía, nos contaba a los nietos y nietas cómo es que su mamá cocinaba, las tortillas las hacía a mano... y mi abuelita, Magdalena García Navarro, oriunda del pueblo de Acámbaro, Guanajuato, cuando era pequeña se ponía junto a ese gran comal de tortillas y ayudaba a voltearlas de igual modo como veía que las demás mujeres hacían. Provenía de una familia humilde, decía que su mamá, María Luisa Navarro, hacía banquetes para algunas familias adineradas o para su misma familia...

Creo que de ahí viene una de mis fuentes de inspiración.

Mi abuelita enseñó a cocinar a mis tías, mi mamá y algunas de mis primas mayores. Era la fuente de recetas y de un guiso muy característico de ella que se llamaba “minguinche”. Un guiso a base de huevo, rajas de chile poblano, crema, queso, jitomate y cebolla; pero era algo espectacular, mis primos y tíos en las comidas o taquizas que se hacían, no podían dejar de pedirle a mi abuela su “minguinche”.

También los frijoles de la olla, ¡wow! ¡Qué manjar! De nadie he podido probar unos frijoles tan deliciosos como los que hacía mi abuela. Aún no descubro qué le ponía a la cazuela al hacerlos, pero eran realmente deliciosos; al igual que sus romeritos y un sin fin de guisos más, que era una experiencia casi religiosa el probarlos.

Después de mi abuela, tomaría como fuente de inspiración a Carmen, una sirvienta de uno de mis tíos más adinerados (jaja). Ir los sábado a Arboledas, en Satélite, era esperar una comida muy basta, y desde la una de la tarde, que se comenzaba con la botanita, la casa ya olía al clásico olor de cebolla y ajo de cuando se está haciendo arroz. Carmen hacía un arroz ¡espectacular! Buen sabor, no apelmazado, textura indicada, olor maravilloso, era un manjar probar el arroz de Carmen. También en Navidad, poder probar los romeritos que ella hacía, era muy bueno. También tengo que recalcar que mi abuelita le enseñó varias cosas a Carmen e hizo que perfeccionara sus técnicas de cocina, al igual que mi tía Anita le enseñó muchas cosas a Carmen, pero creo que ella ya tenía el don de la cocina, una gran cocinera.

Pasando a otra fuente de inspiración...

El chef Frederic Labrouche del Claustro de Sor Juana, pues desde que entramos a la carrera nos contó sus experiencias en la milicia, y nos decía “esto es un oficio fuerte, o lo amas o simplemente coje tus cosas y te vas”. Así de fácil, o se es o no se es, no hay medias tintas en esto de la cocina, nos decía. Él es uno de los pocos que me inspiró a seguir la carrera y estar en los niveles que estoy ahorita. Además, recuerdo una anécdota con el chef Frederic... en alguna ocasión, mi brigada y yo escogimos una receta que llevaba una gallina y había que cocinarla completa en 4 horas, era casi imposible, pero decidimos adaptarla por un pollito de leche, cuando lo hicimos y lo probó al presentar el plato, el chef casi llora, pues nos comentó que esa receta era de su abuela y qué maravilla que nosotras la pudimos adaptar a una clase de 4 horas, nos contó parte de su vida en la infancia y es una experiencia que recuerdo con gran alegría, pues ese es el amor que remite la comida cuando la pruebas, es algo que se te queda en la memoria.

Aunque no soy de las que se mete al 100% a la cocina como lo fueron o lo hacen mis fuentes de inspiración, me encanta combinar la gastronomía con el arte, ya que más que nada soy una artista... Y puesto que la comida y el arte van muy de la mano... Veo muy claro que mis inspiradores son unos artistas; pues tienen el don de hacer bien las cosas y lo que crean es algo maravilloso que se te queda guardado en la memoria.

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